Cómo dejar de fumar porros

Uno de los problemas más extendidos entre la juventud es la adicción a las drogas; generalmente, se empieza por las llamadas “drogas blandas”, que no son tales pues suponen el mismo grado de adicción, y además son el caldo de cultivo perfecto para futuras caídas en otro tipo de estupefacientes como la cocaína o las pastillas. Es por eso que los padres y educadores deben estar muy atentos a los jóvenes para evitar que caigan en la drogadicción, y para aquellos que ya están inmersos en ella, hay una serie de consejos y razones para que dejen de consumir este tipo de sustancias.

Lo primero que el individuo ha de tener en cuenta es que el hachís o la marihuana son altamente adictivos, y que no son ningún juego, a pesar de las propiedades calmantes y relajantes que normalmente se les adjudica. Normalmente, estos beneficios asociados no son más que el efecto que estas drogas hacen al tomarlas tras un estado de ansiedad, nerviosismo y agresividad que provoca la falta de las mismas. A la larga, los porros van creando problemas tanto a nivel psicológico como físico, social, familiar y económico (el adicto buscará dinero para seguir comprando su dosis). Además, son motivo de fracaso académico por la falta de concentración y de rendimiento que causan.

Cuando una persona se plantea dejar esta droga, lo principal es que se sienta motivada y segura de hacerlo, tiene que tener claro que lo importante es su salud y su bienestar, y que esa es la principal razón para dejarlo. Se aconseja hacer ejercicio al aire libre, para descongestionar los pulmones y abrir la mente, así se descarga adrenalina y se oxigenan las células dañadas por el hachís. También hay que tratar de realizar actividades que sustituyan aquellas que inducen al consumo, es decir, ir al cine, de compras, a bailar, pasear, comer o cenar en algún restaurante, etc. Es importante asimismo intentar cambiar de amistades o ver menos a aquellas personas que fuman habitualmente estas sustancias; si la persona se rodea de gente sana, le será más fácil superar el hábito y no recaer en el consumo. Si se cuenta con el apoyo de amigos y familia, será más sencillo superar la adicción, por tanto, no hay que tener miedo ni pudor de contárselo a los más allegados, ya que su ayuda y comprensión es fundamental en estos casos. Y si se llega al límite de no poder salir por sí mismo, lo mejor es acudir a un especialista e incluso a una clínica de desintoxicación, donde los expertos podrán dilucidar el mejor tratamiento para cada adicto.

Para ayudar con el síndrome de abstinencia podemos recurrir a productos sustitutivos como en el caso del tabaco: regaliz, chicles, caramelos, fruta, infusiones, frutos secos… Tampoco hay que pretender dejarlo de golpe, sino que es preferible reducir la dosis poco a poco, tanto en la frecuencia como en la cantidad de cannabis que se incluye en cada porro. Cuando se convierte en un verdadero problema a nivel social y relacional, puesto que el consumidor se esconde para fumar, es importante que su entorno se dé cuenta a tiempo y no le recrimine, sino que intente hacerle ver la realidad, que los porros no son sino una evasión y que no los necesitan para seguir adelante con el día a día. Hay que ayudarles sobre todo a mantener la mente activa, para lo cual son muy oportunos los juegos de mesa y de estrategia, la lectura y los deportes de estrategia y acción.