ANSIEDAD POR COMER AL DEJAR DE FUMAR

El tabaco es uno de los productos que más dependencia crean, y cuando se intenta abandonar el hábito surge la y el nerviosismo por el síndrome de abstinencia que se crea, traduciéndose en mal humor, sensibilidad extrema, taquicardias, nervios a flor de piel y malestar físico general.

Por ello, muchas personas recurren a algún tipo de vía de escape que
les permita tranquilizarse y sustituir el vicio adquirido, y muchas
veces la comida es el método para conseguirlo. De hecho, y según
estudios recientes, la mayoría de los ex-fumadores aumentan hasta
cuatro kilos en los primeros meses tras , aunque si no
se dejan llevar esto no supondría mayor problema, es fácil volver al
peso anterior y no hay riesgo alguno para la salud. Una vez que se haya
superado la ansiedad y la dependencia, estos kilos se pierden
rápidamente y además se mejora el estado físico en general.

El problema surge cuando, tras , se
sustituye por otro igual o peor, que es comer mal, en cantidad y de
forma poco saludable. El Comité Nacional para la Prevención del
Tabaquismo hizo un estudio reciente donde se demuestra que el 5'5 % de
los hombres y una de cada cuatro mujeres rehusaban dejar el tabaco por
miedo a engordar y estropear su figura y su salud. Es fundamental que
el fumador sepa que es un hecho el aumentar de peso durante los
primeros meses, entre dos y cuatro kilos, con lo cual no resulte una
excusa fácil para volver a fumarse un cigarrillo. Eso si, cuando se
continúa ganando peso una vez superada la fase de dependencia (que
suele durar unos cuatro meses) puede derivar en un problema de salud
bastante serio a largo plazo. Por eso, cuando tras meses de dejar el
tabaco notamos que hemos subido una media de doce a quince kilos, no
puede culparse al abandono del hábito, sino que el cambio metabólico ha
surgido por unos malos hábitos al utilizar la comida como ansiolítico.

Una persona capaz de dejar una droga
tan adictiva como es el tabaco, debe tener la misma fuerza mental para
no sustituir el hábito por comida tan dañina como patatas fritas o
dulces; en este punto, la comida debe ser una aliada para la mejora de
la salud de la persona, no una causa de empeoramiento. Po eso, cuando
el individuo se encuentra ante una espiral de ansiedad y pretende
descargarla consumiendo alimentos grasos y ricos en azúcar, es el
momento de acudir a un especialista para poder seguir un plan de
nutrición basado en tres piezas fundamentales: limpiar el organismo de
las toxinas del tabaco, calmar la ansiedad y el nerviosismo que produce
el síndrome de abstinencia y aprender a llevar una alimentación sana y
equilibrada para evitar el aumento de peso excesivo.

Los expertos recomiendan seguir un plan cuyo objetivo es reducir la
ansiedad que puede llevar a una sobrealimentación reduciendo la
producción de adrenalina. Para ello, será conveniente llevar un horario
regular de comidas, haciendo cinco al día, porque así el cuerpo se
acostumbra a metabolizar los alimentos. También se aconseja ingerir
alimentos con nutrientes relajantes, como pueden ser el plátano, la
piña, los frutos secos, los cereales y la lechuga. Para los momentos en
que surja una crisis y estemos especialmente ansiosos, recurrir a
productos bajos en calorías tales como los chicles sin azúcar, regaliz,
fresas, naranjas, apio y zanahoria, yogur desnatado y refrescos light,
y sobre todo evitar excitantes como el café, el té y refrescos de cola.