Los estudios estiman que más de siete millones de personas usan el cigarrillo electrónico. Aquello que empezó siendo reflejado como un aparato sofisticado y difícil de manejar, ha ido incorporándose en nuestras vidas como parte de nuestra rutina cotidiana.
Se realizo una conferencia, a la cual acudieron expertos del ámbito político e industrial, donde debatir todas aquellas dudas que surgen habitualmente. El tema principal fue la rápida extensión del dispositivo y que por el momento no se tiene un pleno conocimiento de los efectos potencialmente nocivos del cigarrillo electrónico.
Jacques Le Houezec, quien es consultor en salud pública y dependencia del tabaco, se dirigió a los presentes afirmando que los cigarrillos electrónicos pueden contener algunas sustancias nocivas, pero que es importante señalar que el nivel de toxicidad de estas serían entre 9 y 450 veces menores a las que están presentes en el cigarrillo analógico.
Algunos de los participantes de esta reunión llegaron a la conclusión que es precipitado decidir si los efectos secundarios son tan leves como se plantean, como Según Amott que declaró: «si llegan a tener agentes cancerígenos, no veremos sus efectos inmediatamente, sino que 10,15 o 20 años después la gente se va a morir de eso».
No obstante los informes científicos y médicos destacan cada vez en mayor medida que su peligrosidad está muy por debajo de los niveles de peligrosidad de los cigarrillos analógicos.
Un estudio llevado a cabo en Nueva Zelanda que fue publicado en septiembre por la revista científica de referencia «The Lancet» afirma que el nuevo dispositivo es «por lo menos igual de eficaz que los parches de nicotina», para asistir a los fumadores a dejar el hábito.
Si parte de la población sustituyese el cigarro convencional por electrónico en base a los estudios realizados rebajaríamos el índice de muertes a causa del tabaco.